Por: Dra. Vera Patricia Prado Maillard
El presidente Donald Trump dijo en su primer discurso tras las elecciones del 5 noviembre, “Gobernaré con un lema sencillo: promesas hechas, promesas cumplidas”. Además el 20 de enero prometió llevar a EUA a vivir una “era dorada”. Sin embargo, algunas de sus propuestas podrían afectar negativamente a México, lo que ha generado tensiones en las relaciones bilaterales.
Es evidente que este nuevo mandato presidencial inicia con intensas fricciones entre los gobiernos de Claudia Sheinbaum y Donald Trump, ambos de corte nacionalista y con la intención de imponer sus respectivas visiones. Trump ha amenazado con deportaciones masivas, la imposición de aranceles del 25% para presionar a México y afectar sectores clave como el automotriz yel manufacturero. Además, busca designar a los cárteles mexicanos como grupos terroristas, lo que justificaría el despliegue de fuerzas militares estadounidenses en México para combatir el terrorismo. También, se acerca el período de renegociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el cual cumple cinco años de vigencia.
Si el presidente estadounidense cumple sus amenazas el impacto en México sería perjudicial. Ante las deportaciones, uno de los principales ingresos que presumía el gobierno de la 4T, las remesas, se vendrá de picada al regresar los migrantes a su lugar de origen.
La administración de Donald Trump en 2025 representa un desafío significativo para México, cuyas políticas migratorias, comerciales y de seguridad podrían generar tensiones aún más profundas entre ambos países. Las amenazas de deportaciones masivas, aranceles elevados y la posible intervención militar en territorio mexicano impactan directamente en la economía y en la estabilidad social de México, particularmente en aspectos clave como las remesas y los sectores exportadores. Frente a este panorama, el gobierno de Claudia Sheinbaum tendrá que maniobrar con cautela y estrategia para proteger los intereses nacionales, buscando equilibrar la relación bilateral sin comprometer la soberanía ni el bienestar de su población. En este contexto, la diplomacia será esencial para enfrentar los desafíos que se avecinan y asegurar la estabilidad en un período de creciente incertidumbre.