En 1850, un joven Manet entra a formar parte del taller del artista y profesor de pintura Thomas Couture. La relación no fue la mejor debido a que el estudiante pensaba que la forma de enseñar de su maestro era ya obsoleta y arcaica, pero esas técnicas lo llevaron justamente a la base de lo que sería su carrera como artista, lo cual reconoció más tarde. Durante este período copia las obras de grandes artistas como Tiziano, Rembrandt, Goya, Delacroix, Courbet y Daumier, que estaban expuestas en el Museo del Louvre y va perfeccionando su estilo.
Con el propósito de conocer y aprender de los que consideraba los grandes maestros viajó en 1856 por toda Europa, centrando su mayor atención en España donde quedó impactado por su cultura. Frans Hals, Diego Velázquez y Francisco de Goya, lo marcan como principales influencias tras su viaje. A su regreso, Manet se estableció por su cuenta en un estudio de la calle Lavoisier de París, que compartió con el pintor y grabador Albert de Balleroy, quien trabajaba principalmente en obras de temática militar. Durante ese tiempo realiza sus obras El niño de las cerezas (1858) y El bebedor de absenta (1859).
Información obtenida de: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/edouard-manet-pintor-incomprendido_16703