El artículo segundo de la Constitución mexicana define a los Estados Unidos Mexicanos como una “nación pluricultural sostenida originalmente en sus pueblos indígenas”. Esta definición no es extraña, pues desde su origen hasta nuestros días, México es considerado como una nación mestiza e indígena a la vez, una especie de crisol de todas las razas.
Parafraseando a Vasconcelos, desde una perspectiva nacionalista el glorioso pasado indígena, resulta apropiado para que los criollos de la Nueva España basaran a la nueva comunidad que querían crear en el México independiente, utilizando así estos cimientos para forjar un país “pluricultural”.
En México y América Latina, el nacionalismo se ve reflejado en una identificación y valoración de lo propio y lo conocido buscando así negar y diferenciar lo extraño o extranjero. Un fenómeno en el que es probable que influyan, y mucho, los estereotipos que tradicionalmente se han mantenido respecto de los grupos sociales minoritarios por parte del grupo dominante que prefieren ver una pluriculturalidad más bien enfocada en lo extranjero y no en lo local.
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