A pesar de sus notables descubrimientos, las mujeres siguen representando solo el 33.3 % de los investigadores a nivel mundial, y su trabajo rara vez gana el reconocimiento que merece. Menos del 4 % de los Premios Nobel de la Ciencia se han concedido alguna vez a mujeres, y sólo el 11 % de los puestos de investigación de nivel superior corresponden a mujeres en Europa y apenas un 6% para Latinoamérica.
Mientras el mundo se precipita hacia un futuro amenazado por el cambio climático y la escasez de recursos, la comunidad científica mundial no debe perder tiempo en reconocer y promover los logros de las científicas.
Varias referencias citan a la médica egipcia Merit Ptah como la primera mujer científica de cuyo nombre existe registro. Habría vivido en torno al año 2.700 a. C., lo que la situaría en la Dinastía II, en el Período Arcaico del Antiguo Egipto. Sin embargo, las referencias son confusas: algunas hablan de una presunta inscripción en una tumba del Valle de los Reyes, lo cual es un anacronismo, ya que este lugar no comenzó a utilizarse como necrópolis hasta el siglo XVI a. C., unos 1.200 años después. Es más plausible otra versión que la sitúa en la necrópolis de Saqqara, cercana a la antigua Menfis y que sí sirvió como lugar de enterramiento desde la Dinastía I.
Merit Ptah no era una excepción en su época; las mujeres practicaban la medicina en el antiguo Egipto, muchas de ellas en la especialidad de obstetricia. Tal vez el nombre de Merit Ptah se conservó porque su hijo fue sumo sacerdote y dejó referencia escrita a ella como “jefa de médicos”. Por las fechas, Merit Ptah rivaliza en antigüedad con Imhotep, el polímata que diseñó la pirámide escalonada de Saqqara y al que a menudo se considera el primer científico con nombre conocido. Este título símbólico podría reclamarse para Merit Ptah, cuyo nombre hoy designa un cráter de impacto en Venus.
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