Por Alondra Salazar
Hoy despertamos con los espacios públicos de morado. Me subí al camión y una de entre las 20 mujeres que me rodeaban tenia un enorme abrigo de peluche morado y pensé: – Es el día, el único día en que no se “tiene permitido” violentar a una mujer -. O más bien, el juicio será mayor, porque claro, los 364 días que restan al año, se vuelven a olvidar las estadísticas de violencia, los feminicidios pasan a segundo plano y los encabezados pasan a la siguiente noticia.
En México, 11 mujeres mueren al día, una estadística que ha aumentado en paralelo al incremento de la violencia armada en el país[1]. Las violencias, parten desde algo tan normalizado a que seguimos lidiando con las brechas salariales y laborales aun cuando representamos más del 40% de la fuerza laboral a nivel nacional[2] y por cada 100 pesos que percibe mensualmente un hombre, una mujer gana 86 pesos[3]. Además de que son pocas las mujeres que lideran empresas y gobiernos, por lo que la toma de decisiones, aquella que puede servir para generar políticas y acciones que comprendan las realidades tan diversas de la sociedad, siguen en manos del género masculino.
Sin embargo, a la par de este aumento o mejor dicho, visibilización de la violencia, las formas de protesta han crecido. En Nuevo León, estado del norte donde las movilizaciones eran la excepción, pasamos de 50, 200 a miles en 2019. De ahí en adelante, año con año escucho a más mujeres animadas a asistir. Claro que debo ser honesta, hoy yo no marcharé y no debo justificar ese juicio de “¿no que muy feminista?”. Porque prefiero seguir usando la fecha para reflexionar en mis acciones, en el contexto local y nacional, meditar en torno a las agendas mediáticas y sobre todo, analizar las luchas que de un tiempo para acá; están evolucionando, nos guste o no.
Además, soy optimista, porque dentro de las denominadas olas del feminismo, su evolución, con sus avances y retrocesos, ha sido clave para mediar las demandas, las necesidades y transformar la cultura. Por supuesto, que hoy vivimos en una bomba de tiempo, en el que incrementa la sensación de violencia, pero a su vez, la participación activa. Con el riesgo de que cualquiera puede hablar de “lo que significa el feminismo” y liderar un movimiento hacia lo que es o no es.
Por lo que invito a cuestionarnos todo, a escuchar y dudar de todas y todes para elegir lo que sea mejor para cada una. A recordar que la decostrucción de nuestras violencias, de nuestros entornos, tendrá sus caídas, que cambiaremos de opinión, que a prueba y error veremos como luchar contra un sistema en el que nacimos llevando las de perder y mírenos, aquí seguimos.
Así que un abrazo a las que marchan, a las que no, a las que se proclaman feministas, antipatriarcales, a las que descubrieron que el “yo no vivo violencia” ha sido una normalización y, sobre todo, un abrazo a las que no. Todas formamos parte de la estadística, solo que las barreras son de diferente grosor.
[1] Intersecta, Equis Justicia para las Mujeres y Centro de Estudios Ecuménicos A.C (2021). Violencia de género con armas de fuego. https://equis.org.mx/wp-content/uploads/2021/10/Informe-Armas.pdf
[2] INEGI. (2023). Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. https://www.inegi.org.mx/programas/enoe/15ymas/
[3] IMCO. (2022). MÉXICO AVANZA TRES POSICIONES EN EL ÍNDICE GLOBAL DE BRECHA DE GÉNERO DEL WEF. https://imco.org.mx/mexico-avanza-tres-posiciones-en-el-indice-global-de-brecha-de-genero-del-wef/