Por: Abdelkarim Chanona León
Lic. en Ciencias Políticas y Administración Pública Universidad Autónoma de Nuevo León
Las teorías de Karl Marx, conocidas en su conjunto como marxismo, acerca de la sociedad, la economía, la política y la filosofía conducirían 40 años después de su fallecimiento en 1883 a una de las revoluciones más influyentes del siglo XX: la Revolución Rusa liderada por Vladimir Lenin en 1917 y la posterior fundación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1922, mejor conocida como la URSS.
La Revolución Rusa, a su vez, inspiraría otra revolución marxista en China en 1927; apenas 10 años después de la rusa. Mao Zedong lideró la Revolución China y culminó su movimiento hasta 1949, con la toma de la Ciudad Prohibida en Pekín dándole forma a lo que hoy conocemos como la República Popular China. Durante 42 años, la URSS y la nueva China coexistirían, sin embargo, Mao Zedong tendría su propia interpretación del marxismo, lo que terminó derivando en un socialismo con características únicas chinas.
El socialismo chino es, pues, una doctrina derivada del marxismo, pero no equiparable al modelo socialista soviético, a pesar de que estuviera inspirado y apoyado por éste último. Una de las diferencias fundamentales del socialismo chino es su visión de un gobierno central emanado de la alianza entre obreros, pequeña burguesía y, especialmente, campesinos, mientras que el modelo soviético propugnaba por un gobierno central emanado de únicamente obreros.
El socialismo chino apuesta por una dictadura del campesinado y el socialismo soviético por una dictadura del proletariado.
Otra diferenciación fundacional del “socialismo con característica chinas”, bautizado así por el tercer Líder Supremo de la República Popular China Deng Xiaoping en un discurso en 1984, es su visión de los cambios constantes en los que está envuelto nuestro mundo. La URSS concebía la dictadura del proletariado como inamovible a lo largo del tiempo, un fin que debe ser cumplido cabalmente mediante herramientas únicamente marxistas. Por el otro lado, la República Popular China (RPCh a partir de ahora) concibe al mundo como uno caótico e impredecible en el que el gobierno chino debe estar en un mejoramiento continuo, originando un modelo marxista flexible y adaptable a lo largo del tiempo con el único fin de preservar el Estado socialista chino.
Tal sería la flexibilidad y adaptabilidad de la interpretación china del marxismo que, incluso, hoy defiende su coexistencia con el capitalismo. Deng Xiaoping, bajo estos fundamentos, alejaría a la RPCh del aislamiento internacional para una apertura económica y recepción de capitales extranjeros “con la finalidad de obtener mejores condiciones educativas y materiales para la población… y cuadriplicar el producto interior bruto en un plazo de 30 a 50 años” (Deng, 1985, como se citó en García-Vázquez, 2023), sin que ello significase el fin del socialismo en China. Es decir, la RPCh “emplea el capitalismo (en una versión controlada ampliamente por el Partido Comunista Chino), como método para obtener la expansión del socialismo y una vez alcanzado, conseguir la transformación al comunismo” (García-Vázquez, 2023, p. 207).
La multiplicidad de elementos distintivos del socialismo chino como el énfasis en el campesinado sobre el proletariado, la visión de un mundo siempre cambiante que acarrea la necesidad de una actualización ideológica continua y la utilización de un capitalismo dirigido por el Partido Comunista Chino, consolidó todo un nuevo modelo socialista nombrado como “socialismo con características chinas”.
Lo anterior revitalizaría la ideología marxista con un modelo resiliente ante los cambios mundiales y sorprendentes resultados socioeconómicos, marcando una gran distancia respecto al socialismo soviético.
Referencias:
García-Vázquez, B. (2023). Elementos clave del socialismo con características chinas: desarrollo intelectual hasta el mandato de Xi Jinping. Revista Política, Globalidad y Ciudadanía, 9(17), 200-223. Recuperado de https://doi.org/10.29105/pgc9.17-09.