Por: Xóchitl Arango
El androcentrismo, a través de la historia ha generado una realidad desde la perspectiva masculina, invisibilizando a las mujeres a lo largo del tiempo.
Filósofos, académicos, gobernantes, científicos, entre otros, son quienes se han pronunciado como los padres de la transición y de la evolución de las sociedades, puesto que ellos escribieron y estructuraron la dinámica de la historia de la vida, sin la inclusión de las mujeres, excepto para los trabajos domésticos.
Samuel P. Huntington, señala que la tercera ola de la democratización fue resultado de los procesos electorales, con competencia, y con pluralismo, SIN EMBARGO, esta ola, no incluía a las mujeres, lo que ocasionó, que nuestro país estuviera en un lapso de 60 años, entre el derecho al voto de la mujer hasta la paridad en el congreso y posterior a ello a obtener la masa crítica necesaria para seguir avanzando en los derechos de la mujer.
Avances como, pugnar por un modelo de paridad, primero con las cuotas de equidad y siguiendo por medio de la paridad de género, llevó al país, a que dicho avance se diera de esa manera, puesto que, de otra manera no se cedían los espacios.
La participación política de las mujeres se ha dado mediante la intervención como representantes de la ciudadanía a través de los partidos políticos, de igual manera, actúan activamente de forma semidirecta, por ejemplo, mediante , el plebiscito, la iniciativa ciudadana, el presupuesto participativo, por mencionar algunas vías.
Como sociedad debemos superar la generación de estereotipos en aspectos como, cuestionar a las mujeres en el escenario político por su aspecto físico o por si están divorciadas, puesto que se plantea la idea de que, si no pudieron mantener su matrimonio, no van a poder gobernar un país.
Otra manera de ejemplificar los micro machismos, es mediante la pertinencia de evitar el masculino genérico y desdoblar el lenguaje cuando se precise mencionarlas.
Para la construcción de una sociedad democrática, basada en los principios de justicia, paz, igualdad, libertad y respeto a los derechos humanos, es necesario garantizar el respeto desde el discurso y hasta la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones.
Es importante seguir con la agenda, sin embargo, ahora debemos buscar cómo transformar las condiciones estructurales que condicionan la presencia de la mujer en los diferentes espacios, pero sobre todo la transformación cultural que es la más lacerante.
Por su parte, la filósofa feminista, Amelia Valcárcel plantea que, si las instituciones no producen justicia deben ser rechazadas, por lo que el replanteamiento de los derechos que se generan desde las instituciones y para la protección de las mujeres deben ser cuestionados.
“El lugar de una mujer en la sociedad marca su nivel de civilización”
(Elisabeth Cady Stanton, mujer sufragista norteamericana).